Este blog es una carta de amor de Barbie a todas las mujeres con las que creció en el norte de Filadelfia y que la inspiraron a defender a su comunidad. Esto la llevó a dedicarse a la defensa de la justicia alimentaria y la lucha contra el hambre basada en compartir, animar y celebrar historias de experiencias vividas y vivas.
Barbie, oradora pública, defensora y bloguera, trabaja para poner fin al hambre y la pobreza poniendo rostro a esos problemas y liderando el movimiento de experiencia vivida a través de la participación comunitaria. Ha aparecido en el documental “A Place at the Table.” Barbie ha hablado junto a Maria Shriver y el presidente Joe Biden, y su trabajo ha sido elevado por BBC World News, CNN, Associated Press, Washington Post, People Magazine y más.
¡Querida Mujer Poderosa, La Doña del Bloque, La Líder del Impacto, Esto es para ti!
A las mujeres que se reconocen monumentales, que saben que tienen un poder y una fuerza inexplicables en su interior. Mujeres que ven la belleza en sí mismas y en los demás, y que nutren al mundo a través de actos de servicio, compasión y empatía sin dudarlo, incluso si es algo impopular. Mujeres arraigadas en la cultura, la herencia, la moral, la fuerza, la gracia y la capacidad de ser ellas mismas mientras encuentran su lugar y se mantienen firmes en el mundo.
Al crecer en el norte de Filadelfia, siempre entendí el poder de las mujeres como todas ustedes. Observé a mi madre luchar para mantener a mi familia y aprecié cómo las otras madres de mi vecindario se aseguraban, todos los días, de que todos estuvieran bien. Ser testigo de esas mujeres a una edad muy temprana me enseñó que tenía la responsabilidad de ayudar a quienes me rodeaban. A través de esas mujeres, llegué a saber cuál es el rol de mi vida: cuidar de mi familia y comunidad. Lo que no sabía en esos momentos era que vivir en un vecindario donde los vecinos brindaban recursos, significaba que crecí en la pobreza, y que los recursos entregados provenían de personas que enfrentaban circunstancias similares.
Mi comunidad ayudó a crear una fundación interna que me instó a convertirme en una miembra solidaria de la comunidad, como aquellas con las que me crie. También, quería que otras mujeres que se parecían a mí sintieran que también podían hacer eso, y que supieran que podemos liderar juntas! Eso se reforzó cuando comencé a darme cuenta de la falta de representación de las niñas como yo: noté cómo me trataban como hija de un inmigrante cubano que solo hablaba español, mi piel era más oscura que las otras niñas hispanas del vecindario y la textura de mis rizos se volvió deslumbrante en comparación con la textura del cabello de las demás. Esas experiencias me inspiraron a asumir el papel de los líderes comunitarios que tanto observaba y admiraba (aunque no sabía cómo podían hacer tanto). Ellas, particularmente las mujeres, fueron las heroínas que nunca supe que necesitaba y, por lo tanto, escribo esto como un homenaje a todas las mujeres que luchan por cuidar de sus familias. Las que pueden estar viviendo en circunstancias que sienten que no se merecen. Aquellos que se sienten atascadas o atrapados en un ciclo, sin importar lo duro que trabajen, y aún así brindan recursos, comidas, aliento y una sonrisa a todos los que los necesitan, incluso cuando pueden estar luchando por encontrar una sonrisa genuina para ellas mismas.